¿Cómo sería un videojuego que combinara elementos de mundo abierto a medio camino entre los legendarios Jet Set Radio y Crazy Taxi? Pues la respuesta es un juego indie que ha llegado sin hacer mucho ruido, pero con una premisa de lo más llamativa (sobre todo si reconoces los videojuegos que hemos mencionado). Parcel Corps es algo así como ponernos en el lugar de un repartidor de Glovo, haciendo locuras con la bicicleta para entregar paquetes en el menor tiempo posible. Lo sabemos, suena simple, muy simple, y en realidad lo es, pero seguid leyendo porque el resultado no está nada mal.

Antes que nada, y para que nadie se lleve a engaño, Billy Goat es una desarrolladora pequeña, y aunque su juego tenga ambición (mucha, de hecho) cuando lo juegas es inevitable pensar que faltaba un mayor pulido, tanto en sus mecánicas como en lo técnico. Pero antes de llegar a eso, de lo que por supuesto os hablaremos, es importante que sepas de qué va este peculiar mundo abierto de repartos y maniobras acrobáticas.

Básicamente, somos un rider que se gana la vida en el sufrido negocio de los repartos en bicicleta. New Island, el escenario del juego, es un paraíso para los trabajadores en este sentido, más que nada porque hay una dura competición entre tres bandos para convertirse en la empresa más próspera del lugar. Ahí es donde entramos nosotros, como un repartidor que lo dará todo para que la influencia, cuota de mercado y beneficios de su bando (y los de su cuenta bancaria personal, por supuesto) sean los más abultados.

No os preocupéis, es una trama ligera, aunque cuidada y con algo que nos ha gustado mucho: un desternillante y crítico humor negro. Parcel Corps critica sutilmente (o bueno, tal vez no tanto) el mundo en que vivimos, con una sátira que pone patas arriba la polémica economía de los empleos esporádicos y los tiburones empresariales que se aprovechan de la situación para llenarse los bolsillos. La presencia de un gobierno totalitario, y de influencers, terminan de dibujar un panorama social que es una burla cómica de lo que tenemos en la vida real. Eso está genial, y ya os decimos que es de lo mejorcito de este título.

Dicho esto, ¿qué es lo que tienes que hacer en el videojuego? Pues principalmente moverte a toda velocidad por el mundo abierto de New Island realizando entregas, aprovechando el terreno para protagonizar saltos, derrapar como un loco, deslizarte por muros y hacer grinds sobre barandillas. Recuerda mucho a Jet Set Radio por cómo puedes aprovechar el escenario para interactuar, aunque con mayor complejidad y variedad de movimientos. No obstante, incluso así se queda corto, y más pronto que tarde acabas por darte cuenta de que la acción acrobática se hace muy repetitiva.

Lo mismo ocurre con los recorridos para realizar entregas. Hay varios escenarios que se van desbloqueando a medida que cumples los objetivos que se te van encomendando en cada territorio (hay nueve en total). Sin embargo, la variedad es pobre, y aunque el juego intenta introducir nuevas mecánicas, la sensación es que estás todo el tiempo haciendo lo mismo. Tampoco hay una curva de dificultad bien medida, y puedes encontrarte con picos ya en la primera hora de partida. El tutorial tampoco está nada bien planteado, y te explican todo demasiado deprisa para luego tener que afianzar los conceptos consultando las instrucciones (que por suerte tenemos) en el menú de pausa.

Es una pena, porque el concepto del juego es muy potente y la base jugable es convincente. Cuesta un poco hacerse a los mandos de la bicicleta (sobre todo a bajas velocidades, donde se vuelve frustrante), pero una vez dominas los movimientos tiene mucho encanto. No obstante, lo mejor de Parcel Corps lo hemos encontrado en la exploración, en cómo te obliga a orientarte en el mapa, buscando nuevos negocios que explotar, y también improvisando la mejor ruta para llegar hasta tu próxima entrega. Hay GPS, pero es más una guía que una forma de encontrar el camino más corto (que muchas veces es la línea recta, con todo lo que ello implica, claro…).

El juego posee algunas misiones accesorias, como acabar con cámaras de vigilancia, y opciones de personalización para nuestra bicicleta a las que puedes acceder “in game” desde el smartphone del protagonista. Es uno de los detalles que más sorprenden, porque puedes sacar la cámara y escanear el QR de cada nuevo negocio que te encuentres, o también jugar a una versión del clásico Snake. Incluso tiene una vertiente multijugador, que te da opciones como un modo en que los repartidores menos rápidos se eliminan en cada ronda.

Así que el juego no está nada mal, a pesar de que presenta muchas inconsistencias, también en lo técnico. Las colisiones de objetos generan situaciones tan surrealistas como que nuestro protagonista traspase un muro (y no es algo esporádico). Aparte, la optimización del juego es mejorable, siendo necesario un equipo más o menos actual para moverlo de forma fluida a una resolución de 1920×1080. En Steam Deck se requiere una mejor optimización también, porque no va todo lo fluido que debería. A pesar de ello, el juego es muy agradable de ver, y presenta una variedad paisajística muy contundente, además de un genial uso de los colores, apoyados por el acabado cartoon que ofrece la técnica cel-shading.Come from Online Betting Site

Llega con voces en inglés, pero una correcta traducción al español. La presentación de menús está cuidada, y todo en general responde a un trabajo realizado con dedicación, y también bastante ambición (sobre todo tratándose de un desarrollo pequeño e independiente). ¿Podría haber sido mejor? Sin duda, pero nosotros hemos agradecido encontrarnos con un planteamiento jugable y audiovisual tan fresco y entretenido. Sus algo más de 10 horas pueden volverse algo pesadas por la poca variedad de planteamientos, pero si te llama la atención lo cierto es que hay juego para rato.

Conclusiones

Parcel Corps es un juego indie con ambición y buenas ideas, que recuerda al desenfado y acrobacias de Jet Set Radio, pero también a los recorridos arcade de Crazy Taxi, solo que aquí entregando paquetes, con libertad de movimiento, más exploración y -en definitiva- un mundo abierto. La base conceptual es maravillosa, aunque su ejecución no lo es tanto, con una jugabilidad que se hace repetitiva y ciertos problemas técnicos que tienen repercusión directa sobre su acabado, que es irregular. No obstante, su carácter cómico y sarcástico del mundo en que vivimos es un aliciente para jugarlo, suponiendo todo un descubrimiento dentro de la escena indie que, al menos, deberías considerar jugar. Tienes una demo en Steam.

Hemos realizado este análisis gracias a un código proporcionado por Billy Goat.